
Un veterano policía de Barcelona es destinado a la
vigilancia de una zona costera con agradables playas, mucho sol, arena y con
pocos problemas. Lejos de sentirse afortunado le espanta la idea de tener que
pasar el tiempo que le queda hasta la jubilación en semejante sitio.
Pronto comenzarán a ocurrir algunos casos que le harán
realizar investigaciones por su nuevo distrito y por otros que hace años conoce
muy bien: zonas de bares rancios, tugurios, casas de citas y otros añejos
negocios con gente de mal vivir.
Ahí si vemos un inspector Méndez en su salsa. González Ledesma nos retrata una Barcelona corrupta
(excesivamente) a mi entender, incluso algún capitulo tan oscuro que nos hace
pensar que no existe nadie noble ni si quiera quien más lo aparenta.
Gonzalez Ledesma nos retrata una Barcelona corrupta,
excesivamente a mi entender, incluso algún capitulo tan oscuro que nos hace
pensar que no existe nadie noble ni siquiera quién más lo aparenta.
Menos mal que las ocurrencias y la ironía del inspector Méndez
arrojen algo de chispa para que esta sublime novela negra no lo sea tanto así como el gafe Amores y como no las anécdotas recordadas como esta de la España profunda donde haciendo referencia a la crucifixión una mujer en silla de ruedas manifiesta en plena procesión:
«Lo han coronado de espinas
A la cruz lo llevan presto
¡Si serán hijos de puta!
¿No hay pa cagarse en sus muertos? ».
Una trama bien llevada que por algo recibió el premio Planeta a la novela Negra en 1984.
«Lo han coronado de espinas
A la cruz lo llevan presto
¡Si serán hijos de puta!
¿No hay pa cagarse en sus muertos? ».
Una trama bien llevada que por algo recibió el premio Planeta a la novela Negra en 1984.
No hay comentarios:
Publicar un comentario