Segunda vez que leo esta novela de aventuras, ya que la primera vez era adolescente y no recordaba bien ciertos detalles como por ejemplo las continuas intromisiones que el escritor hace, haciéndonos creer que estaba buscando este mismo libro, para regalárselo a su hijo, es gracioso pero parecen los anuncios en medio de un largometraje que hace que se evapore la magia.
Hablando de películas, en la cinta del 87 quedaba incluso bien el despertar de la vida real porque me identificaba con el niño Fred Savage, el de “Aquellos Maravillosos años” que se impacientaba por los inesperados caminos que seguían los personajes y cuando su abuelo; Peter Falk , Colombo para los amigos, interrumpía la lectura.
En definitiva es una buena y entretenida historia con todos los condimentos de una aventura clásica, piratas, bandidos, quasigigantes, espadachines, príncipes malvados, bestias salvajes y por supuesto un héroe, o más, y una princesa en apuros.
En esta ocasión voy a romper con un tópico y voy a decantarme por la película de la que tengo buenísimos recuerdos, como la genial coreografía (BSO) de Mark Knopfler y Willy DeVille.
Año 1973
