Bimini son dos historias entremezcladas, por un lado la lucha en una cuenca minera de Asturias por mantener en funcionamiento la extracción de carbón y por otro el seguimiento y búsqueda de un alijo de droga en un crucero de lujo que hace su recorrido cruzando por el Canal de Panamá.
Una vez más Vazquez-Figueroa vuelve a tratar temas de siempre pero muy de actualidad; el abandono de los recursos energéticos propios y la falta de busqueda de nuevas alternativas, en favor de las grandes petroleras.
También da un repaso a la seguridad de los grandes buques, especialmente el crucero de superlujo del relato. ¿verdad que recuerda al Costa Concordia.
Las dos historias en sí no tienen nada que ver, si no fuera porque los dos personajes principales cruzan sus caminos al inicio y en el, bastante fantástico, final.
Vazquez-Figueroa cumple y entretiene a la vez que sentencia grandes verdades, pero lo cierto que resulta bastante repetitivo en la secuencia de los diálogos, con frases que aparecen varias veces en todos sus libros: "...visto de ese modo." "En eso le tengo que dar la razón". A un seguidor incondicional como yo no se le pasan estas cosas.
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