Nunca hubiera creído que Alberto Vázquez Figueroa escribiera algo así acostumbrados como nos tiene a
aventuras en la selva o en el desierto. Sobre todo choca al leer los primeros capítulos; una dama millonaria enigmática y misteriosa, un Adonis macho men enfrentado a Pinochet y una galerista que parece abducida, todo huele a triangulo amoroso. Y puede que si o que no lo haya pero avanzando un poco veo que es una novela comprometida o quizás debería decir un compromiso que tiene el autor con una causa perdida pero que había que darle voz. El mismo lo relata, es algo que le saca de su zona de confort, pero se desenvuelve perfectamente con una sensibilidad que rara vez nos ha mostrado.
aventuras en la selva o en el desierto. Sobre todo choca al leer los primeros capítulos; una dama millonaria enigmática y misteriosa, un Adonis macho men enfrentado a Pinochet y una galerista que parece abducida, todo huele a triangulo amoroso. Y puede que si o que no lo haya pero avanzando un poco veo que es una novela comprometida o quizás debería decir un compromiso que tiene el autor con una causa perdida pero que había que darle voz. El mismo lo relata, es algo que le saca de su zona de confort, pero se desenvuelve perfectamente con una sensibilidad que rara vez nos ha mostrado.
"La mano de Omar se deslizó sobre la mesa y fué a posarse sobre la de su esposa, que
permanecía como abandonada sobre el blanco mantel, y Andrea percibió tanto amor en aquel sencillo gesto que en la más apasionada escena que hubiera presenciado nunca, pero el encanto inigualable de aquella pareja profundamente unida por un levisimo contacto duró solo un instante porque, con una dulce suavidad que se le antojó el acto más cruel que pudiera haber realizado, Palmira retiró la mano y tomó la copa de vino mojándose apenas los labios."
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