Volvemos a retomar uno de los clásicos muy necesarios en lo que a la literatura de aventuras se refiere. Y es que, aunque Conan Doyle siempre será recordado como el padre de Sherlock Holmes escribió más de cien libros entre los que se encuentran su ya mencionado detective, una buena colección de libros históricos y otros más variados entre los que hay muy buenos relatos de aventuras.
El mundo perdido tiene ese aire de las novelas de Julio Verne que tanto me gustan. La trama es la siguiente: un grupo de personas formado por dos científicos, un deportista y aventurero y un deportista y periodista (se ve que por entonces como ahora el deporte no daba para vivir, salvo privilegiadas excepciones) llegan a una meseta de la cuenca Amazónica donde sospechan que pueden encontrar vida animal que se creía extinguida hace mucho tiempo. Lo que empieza como una investigación desemboca en un punto de no retorno donde se jugarán la vida y verán cosas que superan sus más altas expectativas.