Al leer este relato no he podido evitar acordarme de las
novelas de Julio Verne, pero no por la
similitud, aun habiendo parecidos, si no
por las grandes diferencias. Si los personajes de Verne se embarcan en grandes
viajes desde Londres o París a dar la vuelta al mundo en Ochenta días o a
cruzar África en Cinco Semanas en Globo por afán de aventuras o casi
simplemente por apuestas y donde el dinero no era un problema, mientras en la
novela que nos ocupa aun tratándose de una expedición medica que ayudará a la
humanidad y son conscientes de que si resulta exitosa pasará a la historia y a
pesar de contar con el patrocinio de la monarquía nuestros héroes tienen
grandes problemas económicos para llevarla a cabo, ya que España intentaba
mantener un Imperio que se le escapaba de las manos posiblemente por abusos y
mala gestión en un principio y por falta de recursos y acoso de los países
predadores después.
Esta historia encierra una gran dosis de romanticismo y el titulo
tiene más de un significado para mí, no solo por el modo de transportar la
vacuna, sino por la sensibilidad que Javier imprime en algunos personajes. Un
relato cargado de romanticismo como pocos de los que no empalaga el resto de contenido.
Encontramos algunos de los que debiera ser los primeros
enfrentamientos entre la sanidad pública y la privada, así como cargos públicos
aficionados al cohecho, ya había quien
se frotaba las manos, se ve que esto no es nuevo. En 1803 se puso en marcha la
real Expedición Filantrópica en las colonias españolas de América y de Asia,
las fatigas y calamidades por las que pasan los integrantes nos hacen ver una
búsqueda de El Dorado pero sin ánimo de lucro, quizás si de fama y gloria.