La historia comienza, como alguna otra del escritor francés, en la sede de la Real Sociedad Geográfica de Londres, donde el Doctor Fergusson presenta el proyecto, nunca conseguido antes, de cruzar el continente africano de Este a Oeste.
Para ello se valdrá de un globo impulsado por hidrógeno con algunos ajustes muy avanzados para la época; año 1862, que Verne nos describe ampliamente con toda su vena científica, haciendo alarde de sus conocimientos en física.
Más que novela de aventuras yo diría que es un libro de viajes, al que quizás le pesan un poco los años y lo digo más que nada por la candidez de los diálogos y otros detalles como la descripción de los indígenas a los que compara con monos en alguna ocasión.
Quizás por tratarse de una de las primeras novelas del escritor, tiene un argumento bastante sencillo y predecible, pero sin duda tiene todos los componentes que caracterizan las obras de Julio Verne.
